Salgo a la calle y me compro un helado de dulce de leche, lo pido en un vaso de pasta,
Y le pido que me lo bañen de chocolate blanco, no le pido que le pongan una frutilla arriba porque se desliza, se cae.
Pido una galletita, la más crocante de todas, la muerdo y hace ruidos raros en mi boca, se siente tan crocante que no quiero parar de morderla, entonces la mastico hasta que se desintegre por completo. La trago y empiezo a morder la cobertura de chocolate blanco de mi gigante helado de tres bochas en el vasito de pasta.
Camino por una vereda súper ancha llena de arboles, me voy cruzando con los perros, los saludo, les digo hola y les toco el cuerpo, ninguno me gruñe todos mueven la cola y me devuelven el saludo.
Llego a la esquina, estoy por cruzar y me asustan dos autos que pasan muy fuerte, justo iba tarareando una canción de Belle and sebastian y cortan mi tarareo. El polvo que levantan esos dos autos súper caros me entra en los ojos, me ensucia la cara y también ensucia mi helado, que no se acaba.
Cruzo la calle, miro a las personas que conducen y me dan muchas ganas de tirarles lo que me queda del helado arriba del parabrisas.
Llego a la vereda de enfrente, ya estoy molesta ya estoy empezando a querer correr, pero sigo caminando
Llevo puesto unos shorts celestes, con media cancanes negras rotas, zapatillas negras y una remera blanca con la cara de jim morrison, Ha ! meto la mano en mi gigante bolso negro y saco unas gafas súper ochentosas, parecen dos pantallas de un televisor de 39 pulgadas. Claro esas gafas son las súper poderosas, porque los vidrios tienen un filtro polarizador y ves todo como si el lente fuera un teleobjetivo, me dan una visión tan particular que me hacen sentir en otra década.
De repente escucho un plac plac, que se repite, miro hacia mi horizonte y veo a una chica con unos terribles tacones que hacen mucho ruido, y empiezan a invadir mis oídos media cuadra antes de que pase por mi lado. Sigo mis pasos y pienso, porque usa tacos sin son tan incómodos.
Sigo tan pasivamente hasta que la chica de tacos ruidosos e incómodos pasa por al lado mío.
Me mira, me mira, que hasta me pone como incomoda, desde las zapatillas hasta mis gafas, sin olvidar decir que en mi cabeza tenia echo un jopo en el flequillo y el pelo atado con una hebilla llena de lunares, de tanto mirarme la chica me incomoda, hace que me empiece a picar la cabeza, me la rasco y ahora ya no quiero correr, quiero huir.
Mi helado se termina, tiro la cucharita roja en un tacho de basuras que encuentro en el camino.
Llego a un parque me compro un copo de nieve rosado, me enchastro toda la boca la nariz mis manos, estoy toda melosa, pero me encanta y empiezo a jugar con mis dedos, los pego y los despego. Miro más allá y veo a un señor, sus manos están repletas de hilos del cual se enganchan globos multicolores que flotan arriba de su cabeza. Tiro el palito del copo de nieve rosado con mucha fuerza, miro y trato de ver dónde cae, pero lo pierdo de vista.
Llevo mi mirada hacia el señor de los globos, tenían tantos colores y se veían tan bien que quería flotar como ellos. Sabía que no podía hacerlo, pero me sentida inflada, a punto de despegar y de poder flotar. Miro al señor nuevamente y veo que con sus manos llenas me saluda, me acerco y me regala un globo, mi cara se transformo en una sola sonrisa, hasta se me ven todos los diente, estoy tan feliz.
Agarro el globo que ahora era mío me trepo a un árbol y lo suelto, lo dejo irse, y veo como se va volando, volando por los aires como una mariposa, como un pájaro libre, esta tan lleno de vida y de colores, que mi sonrisa sigue intacta, no se va.
Me quede en el parque en la copa del árbol mirando mi globo irse y el cielo que parecía ser violeta.
martes, 29 de enero de 2008
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